La bici

Traer la bicicleta fue una de las mejores cosas que pude haber hecho al venir acá. Desde que el clima mejoró, hace ya más de un mes, he ido al trabajo al trabajo casi todos los días en ella. Aunque no lo parezca tiene algún mérito: son más o menos 7 kilómetros con algunas cuestas pendientes. Pero además de hacer eso, la razón principal por la cual traje la bici fue volver a prácticar ciclomontañismo. La semana pasada por fin pude hacerlo.

El miércoles fuí a montar cerca de Crozet, un pueblo pequeño al pie de las montañas Jura, en la región Rhone Alpes de Francia. Fuí con algunas de las personas que organizan el club de ciclomontañismo del CERN y que se reunen semanalmente para hacer un algunos de los recorridos que están a pocos kilómetros de las sedes del trabajo.


El recorrido completo incluye una larga subida por una carretera destapa, que va desde 500m hasta alcanzar 1200m de altura. Nosotros no lo hicimos completo, sino que intercalamos la cuesta con varios desvíos por caminos angostos que, en medio de pinos y otros árboles, bajan hasta el río Allondon. Después de los desvíos volvimos a subir por la carretera durante una media hora (¡juro que fue mucho más!) y nos devolvimos no muy lejos de la cima. La bajada fue por un camino en medio de los árboles, muy angosto, con muchas piedras, ramas y hojas. Aunque me divertí bajando, debo decir que estuve a punto de caerme más de un par de veces porque perdía el control de la bicicleta al tratar de esquivar las piedras (y los árboles) con la velocidad que llevaba.

En fin, me dio gusto poder volver a hacer ciclomontañismo, sobre todo luego de haber dejado de practicarlo hace casi 10 años. La ventaja de Ginebra es que hay muchas rutas que quedan cerca, están señalizadas, hay mapas y bastantes personas lo practican. Creo que es fácil que siga publicando posts como este en el blog; eso sí, la próxima llevo la cámara.