Trabajando en el CERN (1)

Cuando llegué al CERN parecía un lugar abandonado. Ese domingo todo estaba cerrado y cubierto de nieve. Solo ví el Globo y un parqueadero lleno de carros y bicicletas. Al fondo, detrás de una portería en la que el guardia no tenía mucho que hacer se veían oficinas con las puertas y las ventanas cerradas.

CERN. Entrada B

El bus me dejó en la última parada, que se llama CERN justamente, y luego volvió por la carretera que lleva hacia Ginebra. Caminé un poco tratando de no resbalarme sobre el hielo que había en algunas partes de la calle y los andenes, pero no vi mucho realmente.

A unos cien metros hay un puesto de aduana en la frontera con Francia, cruzando la carretera, al frente de la parada del bus, una estación de gasolina y más a allá de la portería se veían más oficinas. Un par de carros entraron por la portería; era raro ver gente trabajando un domingo de vacaciones, pensé. Caminé nuevamente hasta la parada de bus y esperé la ruta 56 para volver a Ginebra.

Vía a Meyrin y Ginebra.

El CERN está cerrado durante los últimos días del año y se abre nuevamente el primer lunes de enero. Al día siguiente comenzaba a trabajar allá y fuí para saber cómo llegar y tratar de conocerlo un poco. Hoy, cinco meses después, aún sigo tratando de entender ese sitio.